Amanece en Madrid, normalmente soleado, siempre luminoso. La ciudad parece tranquila y apenas empieza a desperezarse. Sólo lo parece ya que hasta hace apenas un momento, algunos recorrían el camino de regreso a casa, animales nocturnos por deber o por placer … No importa, como en cualquier otra mañana se perciben los primeros latidos acompasados de una gran ciudad, el crujir de las rejas, los primeros motores, lejanas conversaciones y en un esfuerzo bucólico incluso el piar de los gorriones. Entonces, sí, llega el olor a café, por fin. Y a pan, a churros, a las frutas del mercado, a las flores del kiosko, al perfume de esa mujer que corre hacia su taxi. Todo ha pasado muy rápido, hasta que el Sol llega a su punto más alto y la ciudad se inunda de colores: los brillantes rubio y rojo de la cerveza y el vino, el intenso cobrizo del vermú, el verde de la oliva y el azul del cielo. Se mezclan con todos los tipos de gustos, los nuestros, o traídos de cualquier parte del mundo: imposible relatar la diversidad (mejor la imaginamos en forma de tapa y sus infinitas variedades). Necesitas parar un momento, dejar que la calma te envuelva. La ciudad, de nuevo, parece dormida, y el cielo sin prisa se tiñe, ahora con púrpuras casi obscenos (le encanta jugar al despiste). Ritmos tribales comienzan a rugir, en cualquier idioma, a modo de jazz o de rock, vestidos de cuero o de seda, cae la noche en Madrid y te persuade. No te resistas, ¡disfruta tus sentidos!
Entrar en una taberna tradicional en Madrid es comenzar a disfrutar de todos tus sentidos con los colores, sabores, olores ... (Madrid at your Feet)
Desde finales del siglo XIX y comienzos del XX, Madrid se enriqueció gracias al comercio y la burguesía, y el colorido estilo modernista de muchas tiendas y edificios (J.A. Gallego Vázquez)
Para los madrileños, cualquier pequeño rincón es válido para poner una terraza y disfrutar de la vida con amigos y algunas viandas; ésta, en el Pretil de Santisteban (Madrid at your Feet)
Si se busca, es fácil encontrar cualquier objeto de colección y barato, como estos viejos discos de vinilo en los callejones en la parte trasera de la Gran Vía (José Antonio)
En el pasado, durante las noches de verano, los jóvenes madrileños solían salir a recoger hojas de verbena, cantar y bailar ... ése es el origen de las alegres verbenas de verano (Alberto Frías)